CUANDO LA VIDA PIERDE SENTIDO

“Las ruinas son a menudo las que abren 

las ventanas para ver el cielo”

Viktor Frankl

La sensación puede ser de vacío, de no saber para dónde ir.

Los pensamientos se acumulan unos tras otros, minuto a minuto del día, pero siempre alrededor del mismo tema, y por más que pensamos y pensamos, no encontramos la salida: estamos perdidos.

Los seres humanos pasamos en la vida por muchas crisis, definidas como esos momentos en los cuales dejamos un mundo conocido para adentrarnos en otro nuevo, llegando casi siempre de improviso o dejando muchas señales que no vemos; es como cuando en la carretera nos avisan que más adelante se acaba la vía y nosotros continuamos porque es el único camino que conocemos y en el que habíamos puesto todas nuestras energías, ilusiones, esfuerzos. De repente, caemos al vacío.

“No sé qué hacer con mi vida”

“No sé cómo recuperarme después del divorcio”

“Mi vida está vacía desde que murió”

“Era el trabajo de mis sueños, y ahora estoy en un infierno del que no puedo salir”

“Abandoné mi profesión para ser mamá y me siento infeliz”

“Mis hijos se fueron y ya no sé qué hacer”

“Perdí todo lo que tenía, ya no sé cómo seguir viviendo”

Estas son frases que escucho a diario de personas con edades distintas, contando historias que conmueven, que muestran ese estado de confusión que se produce en cualquier momento de la vida, cuando se hace necesario hacer una transformación interior que nos ayude a recuperar el sentido de nuestra vida ante un cambio que sentimos como doloroso y repentino, pero que viene gestándose de tiempo atrás.

En cada etapa de la vida se presentan crisis, desde la difícil salida de los dientes que los bebés tienen que vivir sin poder expresarlo más que con llanto, pasando por los retos de identidad en la adolescencia, la famosa crisis de la edad madura o la de pensionarse, y en medio de esta historia, las pequeñas grandes crisis que nos hacen sentir perdidos entre un laberinto sin salida.

Si pudiéramos poner una imagen que nos ayudara a comprender lo que se siente antes de la crisis, es como si estuviéramos inmersos en una burbuja de paredes opacas hacia afuera, sin ventanas y sin puertas de entrada y nos vamos moviendo en ella sin control. Sin embargo, las personas afuera pueden darse cuenta que la burbuja es transparente, que se puede pinchar con un alfiler y desaparecería dejándonos en libertad, pero nosotros no escuchamos ni vemos lo que nos dicen. 

La burbuja es tan sólida como nuestra necesidad de mantenernos en ella, y aunque en medio de un consejo, de una terapia se pueda disolver momentáneamente, de repente vuelve a aparecer pues la alimentamos con nuestros miedos, frustraciones, apegos y asuntos no resueltos del pasado. El aire en ese ambiente se va agotando, el lugar se hace estrecho y llega ese instante en que la vida nos lleva a tomar una decisión que reviente la burbuja de una vez por todas.

Este momento en el cual sentimos que nuestras opciones de “movimiento” se agotan, que no encontramos la salida, es el más precioso de los instantes desde cierto punto de vista, el que nos invita a desbaratar patrones antiguos de pensamiento para generar nuevos caminos. Cuando no encontramos las soluciones “afuera”, quiere decir que las respuestas están “adentro”.  

¿En dónde? En nuestra mente, en nuestro corazón.

La crisis es un poderoso catalizador de procesos que nos lleva a poner el foco de atención sobre todo lo que no hemos visto antes, sobre lo que hemos olvidado vivir por estar empeñados en “conquistar” el mundo de afuera y que ahora nos llama la atención al estar “encerrados” para que conquistemos el mundo de adentro.

«Las personas más bellas con las que me he encontrado son aquellas que han conocido la derrota, conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la pérdida, y han encontrado su forma de salir de las profundidades. Estas personas tienen una apreciación, una sensibilidad y una comprensión de la vida que los llena de compasión, humildad y una profunda inquietud amorosa. La gente bella no surge de la nada.»

Elizabeth Kubler-Ross 

En medio de esa “burbuja” están guardados muchas veces nuestros sueños de niños, esos que probablemente abandonamos por seguir los “debería ser”, esas normas impuestas por la familia, la sociedad o nosotros mismos, pero que no tienen tanta relación con nuestro corazón o nuestro propósito como almas.

En ocasiones nos encontramos con historias donde la persona tiene una profesión que no le gusta, pero que sigue por tradición familiar, así como desde el punto de vista sistémico repetimos situaciones de fracaso y dolor porque estamos atados a un antepasado por un vínculo que no es sano y que no nos permite avanzar para buscar una solución diferente. Cuando desde la arrogancia juzgamos por ejemplo a nuestros padres o abuelos por los errores que cometieron, la tendencia es a que la vida nos lleve a repetir sus historias de dolor; nos acercamos por la “sombra” de sus personalidades en un intento de la conciencia para que aprendamos la lección y nos acerquemos por medio de la luz.

En la burbuja también encontramos los duelos no resueltos, las heridas sin sanar que literalmente se convierten en tóxicas y van agotando el oxígeno a nuestro alrededor, porque no permiten el intercambio sano con el ambiente.

Creemos que los muros emocionales y mentales nos protegen, pero en realidad nos hacen sentir una falsa sensación de seguridad y nos limitan la visión, esconden nuestras sombras y alimentan el ego que se convierte en el peor enemigo para nuestra evolución espiritual.

Lo único permanente en la vida es el cambio, ¿por qué los seres humanos nos empeñamos en mantenernos “estables” dentro de nuestra burbuja?

Yo creo que la principal razón por la que creamos burbujas es que tenemos miedo a sufrir y buscamos toda clase de estrategias para intentar protegernos, muchas veces desde el inconsciente que acumula patrones emocionales y mentales que asumimos, alimentamos y mantenemos vivos con la ilusión vana de que nos protegen del dolor.

En realidad, el miedo nos lleva precisamente a sufrir más, a perder la libertad de movimiento, a entorpecer nuestras relaciones y a poner barreras que nos impiden conectar con la vida.

¿Para qué sirve el miedo?

 🛑 El miedo alimenta nuestros prejuicios, esos que nos hacen dejar de ver las señales del camino que indican que vamos hacia el precipicio. 

🛑  Hace que nos llenemos de “armaduras” emocionales que dificultan las relaciones, y a la larga, termina por construir muros que nos aíslan del mundo.

🛑  Nos impide ver, escuchar, encontrar soluciones, porque ve enemigos en todas partes y nos convence de que siempre tenemos la razón.

🛑  El miedo propio, el miedo de nuestros antepasados, el miedo de nuestra sociedad, son los elementos principales que construyen la burbuja y nos convierten la vida en un enredo del que la crisis quiere sacarnos, porque la vida siempre tiene sentido mientras estemos vivos y el propósito de nuestra alma es que podamos avanzar para encontrar nuestras lecciones en cada camino, con cada persona que se nos cruza en la vida y desarrollar eso que cada día nos pueda hacer mejores seres humanos.

Así como nuestro acervo sistémico está lleno de dolores, miedos, fracasos, también podemos encontrar talentos, cualidades, estrategias que se convierten en un tesoro transgeneracional disponible para quienes tengan la valentía de adentrarse en la aventura de explorar el pasado mirando a su sistema familiar, siguiendo las pistas que nos deja el alma y calibrando el GPS del corazón que es el maestro principal de esta aventura llamada vida.

Somos seres espirituales viviendo una vida corpórea a la que nuestra mente pone límites, y es esa misma mente la que tiene la llave para abrir puertas, explotar burbujas y ayudarnos a vivir el maravilloso presente que hay disponible para nosotros.

No llegamos como una hoja en blanco, reencarnamos con las cualidades derivadas de las experiencias acumuladas de la personalidad y con las tareas pendientes

La familia a la que llegamos también está en resonancia con los aspectos del pasado.  Comprenderlo ayuda a silenciar la discusión interior que con frecuencia tenemos respecto a lo injusta que fue nuestra infancia, o lo es la de nuestros hijos. 

Isabella Di Carlo

La vida está llena de ciclos, y cada uno en esta escuela de la vida tiene sus retos, sus asignaturas pendientes y por supuesto, esos maestros que no queremos pero que llegan una y otra vez encarnados en personas diferentes para obligarnos a mirar lo que no queremos y darnos la oportunidad de avanzar. Para romper la burbuja es necesario comprender que no podemos dejar de aprender, no importa cuantas estrategias nos inventemos para evadir el aprendizaje, inclusive la muerte, las lecciones quedarán pendientes hasta que obtengamos lo que el alma necesita para su evolución.

¿Por dónde comenzar?

💠 Comprendiendo que si nuestra mente creó la burbuja, nuestra mente puede reventarla.

💠 La consciencia es la llave maestra que abre todas las puertas, si abrimos los ojos, podemos ver, si abrimos los oídos, podemos escuchar. 

💠 Abrazar nuestras sombras nos permite sacarlas a la luz, y eso significa volver consciente lo inconsciente.

El amor y la compasión comienzan con uno mismo

💠 El mapa del tesoro es nuestro árbol genealógico, es la historia conocida y desconocida de nuestros antepasados que nos deja pistas de cuáles son los asuntos sin resolver y cuáles las lecciones que el alma quiere que logremos en este espacio de tiempo llamado vida.

 💠 Cada persona de nuestro sistema familiar que incluimos en nuestro corazón respetando su destino, su historia y mirándola desde la compasión por lo que vivió, es una partecita que recuperamos en el interior para llenarnos de la valentía que nos permite salir al mundo a explorar caminos nuevos y nos llena de una paz que explota todas las burbujas y nos da la verdadera libertad, la del alma. 

Cuando la vida pierde sentido, es el momento de mirar hacia adentro, ahí podemos encontrar todas las respuestas, y conectar con la brújula que es el corazón.

Marcela Salazar

Imágenes tomadas de la Web

NOTA:

Este artículo forma parte del trabajo realizado en el Grupo de Perspectiva Sistémica, cuya sesión pueden ver en el siguiente enlace:

Para inscribirse a los encuentros online gratuitos, por favor diligenciar el siguiente formulario:

https://bit.ly/3D2viOG

Bibliografía

  1. El hombre en busca de sentido, Viktor Frankl
  2. Lecciones de vida, Elizabeth Kübler-Ross
  3. Artículo “Colaborar con el cambio, morir para renacer”, Isabella Di Carlo, http://www.unmundomejor.life
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