EL SUTIL «ENCANTO» SISTÉMICO

A las abuelas Dolores y Alicia,

 con gratitud por pasar la vida a pesar de lo dificil.

A mi Mamá Ana y mi papá Mario,

 deseando haber heredado todos sus dones

A mis hijas Carolina y Andrea, 

rezando para que tomen los suyos de ambos sistemas

Nota: Contiene adelantos de la pelÍcula “Encanto” de Disney (spoilers)

Unos ojos grandes, de mirada tierna y expresiva, y un nombre que lo dice todo: “Mirabel”. Es la protagonista de la nueva película de Disney “Encanto”  que nos sorprende y alegra por estos días al honrar muchos detalles de la cultura colombiana y que se aleja bastante de la típica película de héroes y princesas.

El mundo está cambiando, los creadores de Disney gracias a Dios han comprendido que necesitamos educar de manera distinta, y están apostando por introducir personajes que puedan representar arquetipos culturales diferentes, en contextos fuera de lo común y resaltando buenas y sabias costumbres como lo han hecho en sus últimas películas.

Hasta aquí el comentario como apasionada del cine…como persona que ve una película en “vestido de paisano”. Sin embargo, no puedo dejar de ser quien soy, ni puedo dejar de sorprenderme por detalles que pueden ser “una deformación de mi profesión”; de repente, en medio de la película, me asalta un pensamiento lleno de emoción: ¡aquí hay información sistémica!

Para las personas que no conocen del tema, les puedo contar que existe todo un compendio de conocimientos desde la Psicología Sistémica que estudia las relaciones familiares, los patrones emocionales y mentales que pasan de generación en generación, y busca formas para conocerlos, reconocerlos y cambiarlos cuando representan situaciones sin sanar. La finalidad de este proceso es deshacer los nudos que impiden las correctas relaciones, la expresión del amor y de la vida con todas sus características, y descubrir todo el potencial de talentos que también traemos de las personas que han conformado nuestra familia a través de las generaciones.

Volviendo a “Encanto“, la película comienza con un evento traumático que cambia el destino de una familia y de un pueblo, y que gracias a la “magia” hace que se comience una historia diferente. La protagonista de esta historia, el eje familiar y por supuesto sistémico, es la abuela; es quien toma la batuta para sacar adelante a tres hijos y guiar a la comunidad, con la fortaleza propia de las mujeres que logran mantener la vida a pesar del duelo y de las circunstancias difíciles. Esa historia podría ser la historia de miles de familias en nuestro país, de muchas generaciones víctimas de la violencia. Sin embargo, también podría ser la historia de familias en otros países en donde la generación de los abuelos y bisabuelos tuvieron que vivir temas de guerra que les obligaron a emigrar y reconstruir familias a punta de fuerza, resiliencia y por qué no, de “magia” que implique nuevas creencias, nuevos conocimientos, nuevas culturas a las que acceder para transformar el dolor en talento con el cual cambiar la vida y sus circunstancias.

La abuela Alma tiene una estructura, una aparente rigidez, un temperamento fuerte que le permite reconstruir la familia y ser bastión para la comunidad, y su don, su magia, reside en esa capacidad de mantener la vida a pesar de las circunstancias; el “campo sistémico” está representado por la vela y la casa, que conforman esa conexión con lo terrenal que sostiene y cuida la vida, pero también con el mundo espiritual que nos invita a evolucionar como seres humanos y que en la Sistémica nos dice que sigue unas poderosas Leyes del Amor, donde incluir a todos, respetar la jerarquía y mantener el equilibrio entre el dar y el recibir son los pilares que sostienen a los sistemas familiares.

Todo va muy bien, las reglas de la familia se cumplen, el sistema está complacido y cada uno tiene su lugar, hasta que llega de repente una niña de ojos grandes, mirada amplia y corazón generoso, cuyo don permanece oculto rompiendo la tradición y haciendo que el sistema rígido se tambalee. ¡Es inaudito! ¡Alguien que no cumple las reglas! es una amenaza para el sistema y la persona que puede “ver” el aparente peligro, siente la necesidad de autoexcluirse para no hacer daño hablando de sus predicciones; es el tío Bruno, con su don de ver más allá, y que no siempre dice cosas que son del agrado de todos. Exclusión significa también no volver a hablar de lo difícil, convertirlo en secreto, aunque sepamos que “sigue ahí”. Lo maravilloso de los sistemas, es que cuando estamos dispuestos a ver y escuchar, a descubrir lo que necesitamos para crecer, todo se confabula para ayudarnos, como en «Encanto», donde Isabela, Luisa y Dolores aportan claves importantes para solucionar el misterio que rodea a la familia, y especialmente a Mirabel, la oveja negra.

Pero pensemos un poco más…¿por qué las ovejas negras de la familia son una amenaza? ¿ Qué hace en realidad que sean tan especiales?

Así como lo muestra el personaje de Mirabel, las ovejas negras en realidad son aquellas personas que tienen la maravillosa capacidad de ver a todos los miembros de la familia, especialmente a aquellos que han sido “excluídos”, de los que no se habla porque “rompieron las reglas”, tuvieron destinos difíciles o murieron demasiado pronto. Si hay algo que caracteriza a las ovejas negras desde el punto de vista sistémico, es la “mirada transparente”, amorosa, y muchas veces son las que tienen la clave que se necesita para sanar al sistema, porque el don principal que tienen es la valentía expresada en su capacidad para moverse por los terrenos emocionales difíciles, pantanosos , llenos de retos que atraviesan para lograr su objetivo: ayudar a la familia.

Las grietas que surgen en la casa, amenazan con destruir todo lo que hasta el momento ésta ha representado: la seguridad. Por más de que nos esforcemos por ocultar las cosas difíciles sin solucionar de nuestras familias, eventualmente terminan saliendo a la luz, lo cual al contrario de lo que se piensa, es una bendición, una oportunidad de sanar y reconstruir a partir de patrones emocionales más conscientes.

La familia Madrigal nos muestra la importancia de que cada persona del sistema familiar tenga su lugar, y sea respetado por encima de todo, de lo contrario, el sistema completo se tambalea.¿Pero cómo podemos dar lugar a todos, especialmente a los que se han equivocado, han roto las reglas o se han marchado dejando dolor? Puede haber muchas respuestas. La que más me gusta es: con respeto, manifestado como el reconocimiento de que cada persona es única, que no podemos juzgar a nadie porque no conocemos toda la historia,  y que no podemos cambiar las circunstancias difíciles de los anteriores, como tampoco podemos cambiar las decisiones que produjeron el presente que vivimos hoy. 

Nuestra opción más sabia es aceptar lo que hemos recibido como herencia de nuestros antepasados ( incluyendo sus éxitos y fracasos, dolores y alegrías, errores y aciertos) y a partir de ahí afrontar nuestros propios retos construyendo la vida de la mejor manera que podamos.

La abuela Alma encarna la fortaleza de una generación, y sus hijos Bruno, Pepa y Julieta son los primeros que reciben los dones producto de ese acto heroico en el cual ella salva a la familia de desaparecer tras la tragedia. Y los dones continúan apareciendo, en la medida en que la familia lo necesita, así ha sido siempre en el mundo real, y la pregunta que necesitamos hacernos nosotros es: ¿Cuál es el el don que aporto a mi sistema?, ¿Qué es eso que yo hago de manera especial y que me hace diferente?.

Y aquí les voy a revelar un secreto: Asumir lo difícil del sistema nos trae de regalo la capacidad de acceder a nuestros dones.

Tener la capacidad de sanar, manejar las emociones, predecir el futuro, ser fuertes, embellecer el mundo, ser empáticos, escuchar o cuidar de los seres vivos pueden verse como “dones mágicos” pero en realidad son parte de esas capacidades que todos los seres humanos podemos desarrollar para convertirnos en mejores personas, mejores miembros de familia y de una sociedad que nos necesita para evolucionar. Estos dones y cada uno de los que podemos heredar de nuestros antepasados se convierten en un tesoro sistémico que requiere una búsqueda paciente, consciente y contínua, en un camino que tendrá muchos obstáculos, fracasos y caídas, y en el que contamos con el apoyo de lo invisible cuando tenemos la humildad para pedir ayuda y confiar en que la podemos recibir.

El dolor y las heridas de nuestros antepasados pueden estar cubiertos por la fina capa del tiempo, y por amor ciego los volvemos a traer encarnados en nuestros propios dolores para tener una nueva oportunidad de sanar. Sólo transitar conscientemente por ahí nos permitirá descubrir las soluciones, poner luz en aquellos lugares oscuros de nosotros mismos y del sistema familiar y tener la oportunidad de que la vida y el amor sigan su curso.

Al final, siempre se revela nuestro propio “Encanto”, y la unión logra reconstruir lo que aparentemente no tenía solución.

Espero querido lector que puedas acceder a tus dones mágicos y que en este camino descubras que tu familia es la familia perfecta que necesitas para tu evolución. Y ya sabes, cuando todo se esté quebrando, cuando las relaciones se pongan difíciles, lleguen terremotos o avalanchas emocionales y la familia esté en riesgo, abraza a tus abuelas, incluso si ya no están presentes: ellas siempre tienen la solución.

Marcela Salazar

Crédito Imágenes: Disney

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